La catedral de sal de Zipaquirá ha sido escenario de eventos de diversa índole y las artes, desde que se abriera la Catedral, han hecho presencia permanente. Obras de teatro, espectáculos de música y el cine han hecho uso de este escenario sin igual, en cuanto a impacto visual y sonoro. En el año de 1958, por ejemplo, se rodó en el interior de la catedral de sal una película, cuyo título final fue El milagro de sal. En la película un periodista viaja desde Bogotá, la capital, hasta Zipaquirá, para indagar por una tragedia ocurrida en 1932, año en que ocurrió una explosión enorme, cosa que es frecuente en las minas subterráneas, aunque en este caso la tragedia fue el fruto de una serie de circunstancias que condujeron a la explosión de dinamita almacenada.
Esta película fue dirigida por un mexicano, Luis Moya Sarmiento y fue gran éxito de taquilla, lo que constituía de por sí el objetivo del productor, quien quizo explotar comercialmente un lugar que ya era bastante conocido, a nivel nacional e internacional, como destino turístico. La película se hizo con actores nuevos y al comienzo de la misma se aclara al espectador que son actores aficionados, aunque figuraba entre ellos Bernardo Romero Lozano, hombre de larga y fructífera carrera en el teatro. La música de la película la hizo el maestro Luis Antonio Escobar, músico de reconocido talento y trayectoria.
Finalmente, que sea Luis Alberto Alvarez, uno de los padres de la crítica de cine en español, quien cierre esta esta gota de historia con unas palabras que él escribiera en una reseña breve sobre la historia del cine en Colombia: "El Milagro de Sal", realizada por el mexicano Luis Moya en 1958, es el único ejemplo de la década de los cincuenta, narrativa y técnica relativamente sólida y cuenta una historia de una cierta coherencia, identificable con nuestra realidad. Sin embargo, la línea comercial de El milagro de sal no encontró continuidad en ese entonces. Sus herederas son ciertas telenovelas de prestigio de nuestros días"